viernes, 25 de octubre de 2013

TALLER

Coordina:
 
Alejandra Barbich
Profesora de Filosofía, egresada de la Universidad de Buenos Aires (1987) y  Sicología (egresada 2013). Instructora de gimnasia de Centros de Energía (1993) Instituto YO SOY de Hugo Ardiles. 




TALLER:

Abriendo camino a las emociones a través del cuerpo

Este taller procuró el armado de un espacio vivencial de conexión con la energía vital en pos del bienestar de sus participantes.


Las emociones constituyen un elemento esencial de nuestra existencia. Modifican fisiológicamente nuestro organismo y dan matices a nuestras experiencias, alejándonos de un funcionamiento meramente mecánico. Las emociones son e-mociones, movimientos hacia fuera. Y es a través del movimiento como se expresa y desarrolla la energía vital. La carga bioeléctrica circula, se expande o se retrae, cambia de forma; y pasa, de ser un movimiento muscular a ser una tensión eléctrica, un fluido, sonido, movimiento, sensación, emoción.


Nuestra actividad psíquica parte de inervaciones sensoriales que reciben o captan estímulos internos y externos, y se traducen o terminan en inervaciones motoras. Nos vemos afectadxs por nuestro modo de percibir el mundo y por nuestros movimientos, en una interdependencia funcional. Nos replegamos frente a situaciones que percibimos como peligrosas, dolorosas o desagradables, mientras que nos desplegamos frente a personas o situaciones que nos proporcionan alegría y que consideramos positivas.




Freud afirma que el desarrollo cultural se puede caracterizar como la lucha por la vida de la especie humana. Esta lucha confronta a Eros y a Tánatos. Eros o pulsión de vida, con su tendencia a conservar la sustancia viva y reunirla en unidades cada vez mayores, se enfrenta a Tánatos o pulsión de muerte, que pugna por disolver esas unidades (Freud S., El malestar en la cultura, págs. 114-115). Según Freud, la cultura sería un proceso al servicio de Eros que procura reunir a los individuos aislados en familias, en etnias, pueblos, naciones, en lo que llamamos humanidad. Por dicho motivo, la pulsión de muerte se tornaría en un poderoso obstáculo para la cultura.


Ahora bien, en el marco de una cultura patriarcal y autoritaria, se produce el sometimiento a condiciones sociales y económicas que erosionan nuestra vitalidad y nos hacen perder la confianza. Los seres humanos hemos adoptado una actitud hostil a lo que está vivo dentro de nosotros mismos. Se produce un acorazamiento del carácter, base de la soledad, del desamparo, del miedo a la responsabilidad, de la angustia y de la miseria existencial, con resignación artificial y patológica (Reich W., pág. 16). La coraza caracterológica es una defensa contra la angustia y da como resultado rigidez de carácter, falta de contacto e “insensibilidad”. Es funcionalmente idéntica a la coraza muscular que es una defensa contra la irrupción de afectos y sensaciones vegetativas, especialmente la angustia, la rabia y la excitación.


Quienes estamos en la lucha por la abolición del sistema prostituyente, sabemos, además, de las historias difíciles y muy dolorosas de las mujeres prostituidas. Este sufrimiento y horror del núcleo mismo de la explotación nos conecta con la angustia, con la sensación de opresión y constricción. Este sufrimiento, extendido en el tiempo se “almacena” en el cuerpo y termina incapacitándonos para sentir placer. A través de la rigidización del cuerpo y el entumecimiento de los sentidos se forma una coraza, como estrategia de supervivencia para “dejar de sentir”.


Por este motivo procuramos a través del clima particular que nos da la música, generar inicialmente movimientos pautados con un trabajo intencional en partes determinadas de nuestro cuerpo para luego invitar a lxs participantes a dar rienda suelta a su expresión individual y grupal con miras a la creación de un espacio de intercambio y encuentro.


Consideramos que es un camino para la integración pisco-física y social que aspiramos alcanzar en una sociedad no autoritaria ni patriarcal, en la que los derechos humanos se puedan ejercer plácida y cotidianamente.









MESA 6: EJE II - EJE IV



Coordinó esta mesa Nora Pulido




Ponente Claudia Lupardo - Agrupación de mujeres Pan y Rosas

 
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Correo electrónico: claudialupardo@yahoo.com.ar

Datos biográficos: El 19 y 20 de diciembre de 2001, las movilizaciones sacudieron al país, mientras se tomaban fábricas, surgían asambleas vecinales y se organizaban movimientos de desocupados. Aunque Pan y Rosas se formó recién a mediados del 2003, empezó a gestarse al calor de estos procesos. En la fábrica Brukman bajo control de las obreras, nos conocimos las mujeres del PTS, de agrupaciones feministas e independientes que después conformamos Pan y Rosas. Éramos no más de diez, que veíamos que casi ninguna organización de mujeres planteaba que la lucha contra el patriarcado estaba indisolublemente ligada a la lucha contra el capitalismo. Y nosotras estábamos convencidas de que hacía falta una voz que denunciara las miserias a las que el capitalismo somete doblemente a las mujeres y que se propusiera organizar a las mujeres trabajadoras y de los sectores populares.  Finalmente, a mediados del 2003, durante los preparativos del XVIII Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, un grupo de viejas activistas por el derecho al aborto convocaron a todas las feministas, grupos y partidos de izquierda a organizarse para enfrentar el ataque de la Iglesia. Allí, con esta decena de compañeras, acordamos participar juntas del Encuentro de Rosario. Y, al regreso, con cerca de treinta compañeras, fundamos la agrupación. Hoy, somos un millar de mujeres en todo el país, estudiantes, trabajadoras y amas de casa. Y además, están nuestras compañeras de Pan y Rosas de Chile, Brasil, México y el Estado Español. La agrupación de mujeres Pan y Rosas se propone desarrollar la organización de las mujeres trabajadoras, amas de casa y estudiantes, poniendo en pie un amplio movimiento de mujeres en lucha en las calles, organizado en los lugares de trabajo, en los barrios, en los colegios y las universidades. Luchamos por el derecho al aborto, contra toda forma de violencia hacia las mujeres, contra las redes de trata, por los derechos de las mujeres trabajadoras. Pero nuestra lucha no se limita a “la ampliación de derechos”, ya que los derechos avanzan y retroceden según la relación de fuerzas más genera.  Por eso, la clave es prepararse para triunfar, barrer con los capitalistas y empezar la edificación de una sociedad liberada de las cadenas de la explotación y la opresión. Porque, como escribía Lenin, “la igualdad ante la ley no es aún la igualdad ante la vida.” Y nosotras luchamos por la igualdad ante la vida, por eso, luchamos por el socialismo.



Ponencia : Patriarcado, capitalismo y luchas de las mujeres
Desigualdades y contradicciones

La actualidad nos muestra muchas contradicciones con respecto a la situación de las mujeres.
En las últimas décadas las mujeres adquirimos derechos inusitados y podemos hacer un ejercicio muy fácil para entender estos grandes cambios. Si pensamos en la vida de nuestros abuelos varones y de nuestras abuelas mujeres y las comparamos con nuestras propias vidas nos vamos a dar cuenta que mientras la vida de los hombres no son muy diferentes, abuelos- hombres actuales, la vida de las mujeres, abuelas- mujeres actuales, hay grandes diferencias en el terreno de los derechos conquistados.
Hace un siglo atrás las mujeres no podían acceder a las universidades. Los hombres sí. Las mujeres no podían trabajar fuera de su hogar. Los hombres sí. Las mujeres no podían, ni siquiera manejar, por ley, sus bienes. Los hombres sí podían hacerlo. Las mujeres no contaban con métodos anticonceptivos que pudieran controlar ellas mismas. Los hombres sí. Las mujeres no podían votar o ser electas. Los hombres sí.
Para las mujeres, el último siglo, ha sido, el de mayores avances. Acceso a la educación superior, derecho al voto, divorcio, derecho al aborto en algunos países, cupos parlamentarios, mujeres presidentas, patria potestad compartida, cuestionamiento social y político generalizado hacia la violencia contra las mujeres, etc. En sólo cien años la vida de millones de mujeres cambió mucho más que la vida de millones de hombres durante el mismo período.
Sin embargo, en un proceso profundamente desigual y combinado, las mujeres no se han liberado de la opresión, que ha encontrado, formas más brutales para manifestarse. Las antiguas formas de opresión se transformaron en negocios durante las últimas décadas:  la apertura de las fronteras para el comercio internacional, los paraísos fiscales, la concentración de mujeres jóvenes desarraigadas en enormes ciudades-factorías de fronteras, el crecimiento del tráfico de drogas y la corrupción permitieron que el tráfico de mujeres para snuff, pornografía, esclavismo sexual y prostitución se transformara en un colosal negocio que alcanza a 4 millones de mujeres y 2 millones de niñas cada año, produciendo una ganancia de 32 mil millones de dólares para los proxenetas (entre cuyas redes siempre se encuentran políticos, empresarios, fuerzas represivas, funcionarios judiciales, religiosos, etc.).
Por otra parte, la creciente penetración de los medios de masas e internet, la cultura de la imagen, el desarrollo de la medicina y de las posibilidades de intervenciones quirúrgicas, etc., transformaron al cuerpo de las mujeres en una mercancía a un nivel nunca antes visto, al mismo tiempo que a las mujeres se las reduce a consumidoras de mercancías que le permitan transformarse en ese estereotipo imposible de alcanzar.  Esto abarca desde la exposición permanente de mujeres desnudas o semidesnudas en la publicidad, los programas de TV, las revistas, etc. hasta la exigencia impuesta de cuerpos saludables, jóvenes y delgados a través de dietas, operaciones, tratamientos médicos, ejercicios físicos, etc.
Las corrientes feministas que luchan por los derechos de las mujeres van desde la necesidad de avanzar en reformas legales y sociales, con la perspectiva de una democracia radical que incluya a los sectores marginados del sistema, hasta la necesidad de una lucha anticapitalista, con la perspectiva de que los distintos movimientos sociales confluyan en el derrocamiento de este sistema clasista y patriarcal.
Sin embargo, es una utopía reaccionaria creer que puede conquistarse la plena igualdad de derechos de las mujeres con respecto a los hombres sin cuestionar que, entre los hombres, tampoco existe igualdad, porque el sistema capitalista se basa en la propiedad privada de los medios de producción y la esclavitud asalariada de millones de seres humanos. Por otro lado, también es utópico plantearse el derrocamiento del sistema capitalista a través de la “suma” de los movimientos de los sectores oprimidos, sin establecer que el sujeto directriz de la revolución socialista es la clase trabajadora. Porque si bien la opresión de las mujeres no nace bajo este modo de producción, sino que se origina hace miles de años, con las sociedades de clase, es necesario avanzar en el derrocamiento del capitalismo para iniciar la construcción de una sociedad sin explotadores y ninguna forma de opresión. A diferencia del stalinismo que consideraba que con la toma del poder estaba garantizado el desarrollo del socialismo en sus “nueve décimas partes”, los marxistas revolucionarios sostenemos que “la igualdad ante la ley no es todavía la igualdad frente a la vida”, la que requiere de un largo proceso de revolución al interior de la propia revolución.
1.     El origen de la opresión. ¿Qué es el patriarcado?
La hipótesis planteada por Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado propone una relación orgánica entre el surgimiento de las primeras sociedades divididas en clases (la aparición de la propiedad privada y el surgimiento, por tanto, del Estado) y la transformación de los grupos familiares (hordas, clanes, tribus) en la clásica familia monogámica, es decir, un tipo de organización para la reproducción que imponía a las mujeres la reclusión en un hogar (privado) para garantizar la legitimidad de la descendencia de los grupos y clases dominantes. Por tanto, en la hipótesis sostenida por el marxismo, el patriarcado aparecería históricamente ligado a una necesidad de las clases dominantes para garantizar la perpetuación de su dominio.[1]

Junto con esta hipótesis, Engels aventura la idea de un supuesto sistema “matriarcal” que habría regido en las organizaciones sociales anteriores a la división en clases (comunismo primitivo). Sin embargo, esta hipótesis ha sido cuestionada por distintos desarrollos de la antropología y por los estudios feministas desde distintos ángulos. En primer lugar, porque el término “matriarcado” invita a pensar, por analogía con “patriarcado”, que las mujeres habrían tenido un poder social que se sostenía en la opresión de los hombres, cuando las sociedades “pre-patriarcales” se caracterizarían justamente por la inexistencia de relaciones de opresión social. Actualmente se prefiere hablar de sociedades “matrilineales”, es decir, donde la genealogía, el linaje o las estructuras de parentesco se establecían a partir de la línea sanguínea materna, por desconocimiento del papel del hombre en la reproducción. Por otro lado, se cuestiona la idealización o romantización de las sociedades preclasistas realizada por Engels.[2]

Aun sin contrariar, en lo esencial, la hipótesis marxista, hay numerosos estudios antropológicos que muestran que las relaciones entre los seres humanos primitivos no se basaban en la “cooperación” y la “armonía”. En la economía donde la tierra es meramente un objeto de trabajo y no un medio (es decir, cuando aún no se había descubierto la técnica de la agricultura ni la domesticación de animales y la supervivencia se garantizaba mediante la recolección, la caza, la pesca, etc.), las relaciones sociales engendradas por este modo de producción “a corto plazo”, son también necesariamente precarias, inestables y el lazo sanguíneo no tiene mayor relevancia para la pertenencia a la horda que el aporte que el individuo podía realizar por sus aptitudes físicas, dando lugar a una “libre asociación” de individuos. Este modo de producción y reproducción de la vida implica, necesariamente, una mayor preponderancia de las leyes naturales y, por tanto, es factible pensar que bajo el régimen de la “supervivencia del más apto”, las mujeres, niñas y niños constituirían grupos más vulnerables bajo determinadas circunstancias.[3] En Marx y Engels, por el contrario, subyace la idea de una comunidad organizada en función de lazos sanguíneos (por línea materna, dice Engels) que, como señalan autores contemporáneos, corresponden a una etapa posterior, algo más desarrollada.[4] A este período ya corresponde, sin embargo, una primitiva división sexual del trabajo: mientras los hombres eran los que preponderantemente se dedicaban a la caza y la pesca, las mujeres prevalecían en la recolección de frutos, la caza de animales pequeños e inofensivos, etc. Esto se debía, obviamente, a las diferencias anatómicas y, fundamentalmente, a las limitaciones que los embarazos y partos imponían a las mujeres.[5]

Con el proceso de transformación de la sociedad recolectora en productora, entonces, las comunidades se vuelven sedentarias y se produce una mayor división social del trabajo entre los seres humanos: ahora, los individuos gozaban de mayor tiempo libre para dedicarse a la especialización en determinados oficios, para mejorar sus destrezas; pero, además, el establecimiento de las comunidades en zonas con determinadas características naturales, también permitía que algunas aldeas se dedicaran a ciertas producciones, mientras otras comunidades se especializaban en otras, dependiendo de la materia prima, el clima y otras características que predominaran en su región. Esto hizo crecer aún más velozmente la productividad del trabajo humano. La agricultura es una tarea eminentemente social, que requiere el esfuerzo cooperativo de varios individuos. Estas características del nuevo modo de producción contribuyeron a mantener juntos a los productores durante toda la duración del ciclo agrícola.[6] Recién aquí –según antropólogos contemporáneos- es posible empezar a hablar de familia: el grupo social era la tribu, constituida por varios clanes.[7] Los clanes, en una primera etapa, se definen de manera matrilineal, es decir, recién ahora empiezan a establecerse lazos de filiación sanguínea donde la genealogía, el linaje o las estructuras de parentesco se establecen a partir de la línea materna. Pero esto entraña una dificultad para la supervivencia de la tribu, porque si el número de mujeres fecundas de un linaje se sitúa por debajo de cierto umbral, las posibilidades de reproducción de la tribu se encuentran amenazadas. Las mujeres son una fuerza (re)productiva muy apreciada, ya que son las que reproducen a las nuevas generaciones de productores; surge entonces la tendencia al rapto y la guerra, convirtiendo al cazador en guerrero, es decir, permitiendo la aparición de una nueva función social.[8] Las mujeres, por ser los individuos más preciados para la reproducción de la sociedad, se transformaron en socialmente vulnerables, empezaron a encontrarse sometidas a una situación de dependencia con respecto de los hombres. Pero en la medida en que avanza el desarrollo de las técnicas agrícolas, el rapto y la guerra por la prosecución de mujeres se empieza a convertir, relativamente, en un estorbo para la producción, por las bajas de productores que provocaban. Las sociedades debieron evolucionar en la búsqueda de una solución pacífica para la distribución de mujeres con el fin de la procreación. De modo tal que, junto con el desarrollo productivo, la acumulación de un sobrante, el monopolio de las armas por parte de los hombres adultos y el confinamiento de las mujeres casi exclusivamente a las tareas reproductivas, va surgiendo un nuevo sistema para la reproducción, basado en el intercambio pacífico de mujeres entre las tribus que permitía evitar la desaparición por falta de descendencia. Pero entonces, la progenie de la mujer extranjera que ha sido incluida en la comunidad, pertenecerá a esta nueva tribu que la ha recibido, es decir, la línea sanguínea materna se reemplazará por la línea paterna. De este modo, empieza a establecerse el patriarcado, el sistema de relaciones sociales para la reproducción, en el cual los hombres adultos ejercen dominio sobre las mujeres, niñas y niños.

Con el desarrollo y la consolidación de la propiedad privada, la familia patriarcal toma progresivamente la forma definitiva que se ha conservado casi igual a sí misma a través de la historia de las sociedades de clase, hasta llegar al capitalismo de nuestros días. Mediante la reclusión de las mujeres en los hogares, confinadas casi exclusivamente a las tareas reproductivas, la familia patriarcal –en la cual se impone la monogamia a las mujeres- se convierte en la principal institución para garantizar la legitimidad de la descendencia del propietario. Así se fue gestando la gran división entre producción y reproducción, entre lo público y lo privado, entre el mundo del trabajo y el hogar.[9]

Por nuestra parte, hemos sostenido la hipótesis de Engels en sus aspectos fundamentales –aun teniendo en cuenta los aportes resultantes de los estudios antropológicos y otros desarrollos científicos contemporáneos-: que el origen de la opresión de las mujeres está vinculado al origen de la familia patriarcal, la propiedad privada y el Estado.[10] Siguiendo esta hipótesis, entonces, la opresión de las mujeres (“la gran derrota del sexo femenino”, según Engels) se sustenta en la apropiación de las mujeres para la reproducción, limitándolas a las tareas domésticas relacionadas con ella, a través de la reclusión en el hogar y la imposición unilateral de la monogamia.[11] Es decir, la opresión de las mujeres se fundamenta en la enajenación de su propia sexualidad o el control patriarcal de la misma a través de la heterosexualidad normativa y la institución del matrimonio y la familia monogámica, por un lado, y, por otro lado, en la obligación del trabajo doméstico (es decir, el que está ligado a las funciones reproductivas) que le es consustancial.[12] La otra cara de esta moneda es la aparición de la prostitución, es decir, de la comercialización o explotación del cuerpo y la sexualidad de las mujeres para su disfrute por parte de los hombres.[13]
2.     Patriarcado y capitalismo
Con el advenimiento del capitalismo, la familia de las clases trabajadoras se transforma casi íntegramente en una unidad de asalariados. Por primera vez en la historia, las mujeres, e incluso las niñas y niños, fueron incorporados masivamente a la producción extra-doméstica. El desarrollo industrial y la producción de bienes de consumo a gran escala –con la consiguiente tendencia a la desaparición de la necesidad de la producción doméstica para la reproducción de la fuerza de trabajo- hicieron que Marx y Engels sostuvieran la idea de que el capitalismo destruía las bases de la familia proletaria y tendía a su desintegración.[14] Si bien esto se puede considerar acertado en términos generales o tendenciales[15], también es cierto que el capitalismo incorpora la fuerza de trabajo de las mujeres a fábricas, talleres y empresas; pero sin abolir la “naturalización” de que el trabajo doméstico les sigue correspondiendo a las mujeres, porque en ese trabajo no remunerado radica, en gran parte, el sostenimiento de la familia proletaria o, dicho en otros términos, ese trabajo doméstico gratuito disminuye el costo de reproducción de la fuerza de trabajo.[16]

Este trabajo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo comprende, en primer lugar, ciertas actividades diarias para restablecer la energía de los productores permitiéndoles volver a trabajar; en segundo lugar, esas mismas actividades pero para mantener a los miembros inactivos de las clases explotadas –niños, viejos, enfermos, desocupados e incluso a quienes están implicados exclusivamente en estas actividades de “mantenimiento”, como las amas de casa-. Pero también, para la reproducción de la fuerza de trabajo es necesario un proceso de “reemplazo”, de renovación generacional, que sustituya a los miembros de las clases explotadas que mueren o ya no pueden trabajar, por otros miembros más jóvenes aptos para ser explotados. Ese trabajo “invisible”, que permite que millones de asalariadas y asalariados se levanten todos los días para ir a su trabajo, que a cada generación de asalariados, le siga otra generación de asalariados, y que todos los miembros de la familia trabajadora que no son “productivos” para el capitalismo, sean mantenidos sin que a la patronal le cueste un centavo todavía lo realizan, en una mayoría abrumadora y aún bajo condiciones casi arcaicas, las mujeres y las niñas.[17]

La brutal explotación de las mujeres, niñas y niños al mismo nivel que los obreros masculinos adultos, de los primeros años del capitalismo industrial, pronto representaron una desventaja para el propio sistema, porque minaba las bases de esta reproducción gratuita –para el capitalista- de la fuerza de trabajo. El “ideal” familiar de la ideología dominante se transformó en el de un núcleo familiar integrado por un trabajador que con su salario pudiera atender a las necesidades de su familia y una mujer que se hiciera cargo de restaurar la fuerza de trabajo del obrero y de preparar a las siguientes generaciones.

A mediados del siglo XX, con el aumento de la productividad del trabajo, el desarrollo técnico y científico, mejoraron las condiciones sanitarias y se redujeron las muertes infantiles, se redujo la tasa de nacimientos y se alivianaron las tareas hogareñas. Con estos cambios, el modelo familiar establecido por la ideología dominante comenzaba a ser altamente “antieconómico”. Las mujeres, permaneciendo en sus hogares, estaban gastando más tiempo de trabajo del necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo. Si antes una mujer atendía a cinco o seis niños, ahora atendía a dos. El sistema escolar y las guarderías eran mucho más efectivas, permitiendo que una trabajadora asalariada cuidara de varios niños y liberando, a cambio, la fuerza de trabajo disponible de decenas de mujeres que podían incorporarse al mercado laboral. La tendencia a la incorporación de las mujeres al trabajo extra-doméstico va en aumento, hasta nuestros días, a pesar de las fluctuaciones que se producen en los momentos de crisis económica. Y esta incorporación de las mujeres al mercado laboral las ha llevado a exigir más derechos para el ejercicio de sus funciones reproductivas y productivas, cuestionando incluso la dependencia económica de los hombres y los modelos tradicionales de familia.

Sin embargo, si esta tendencia no puede llegar a realizarse completamente es porque, en primer lugar, la plena socialización de las tareas domésticas y la crianza de los niños requiere de un alto nivel de inversión que el capitalismo no está dispuesto a hacer (ni siquiera en los “gloriosos” años de keynesianismo, cuando se consiguieron los más grandes niveles de “beneficios” sociales para la clase trabajadora y, menos aún, en períodos de crisis económica como el actual). En segundo lugar, porque la “ideología familiar” permite, en cierta medida, la estabilidad del sistema con su consecuente reproducción de las jerarquías de poder, el conservadurismo, el aislamiento con respecto a las demás familias, etc.

Para nosotros, el capitalismo se presenta como un sistema pletórico de contradicciones: en parte, necesita de los milenarios prejuicios patriarcales para mantener la explotación de la clase trabajadora, dividiendo a las filas proletarias con la competencia de la fuerza de trabajo femenina y masculina, usando a las mujeres como ejército industrial de reserva, pagándoles salarios menores por igual trabajo, generando “propaganda patriarcal” a gran escala –incluso a nivel del Estado- cuando necesita enviarlas al hogar nuevamente, etc. Pero también, necesitó desmitificar y disolver algunos de los aspectos más arcaicos del patriarcado para incorporar a las mujeres como nueva fuerza de trabajo durante la revolución industrial y las guerras mundiales, para lo que hubo que desarrollar una mayor tecnificación (y por lo tanto, requerir mayor “calificación”) del trabajo del hogar con los aparatos electrodomésticos que alivianan las tareas y minimizan el tiempo de su realización (aunque sea para facilitar la incorporación de las mujeres al trabajo productivo y permitiendo, al mismo tiempo, que sean ellas mismas las que sigan siendo las responsables de las tareas domésticas al interior del hogar con aparatos manuables, pequeños y livianos); desarrollando los métodos anticonceptivos y legalizando el aborto, aún con el enfrentamiento de la Iglesia y otros sectores fundamentalistas, para que las cargas reproductivas no interfieran en la incorporación de las mujeres como fuerza de trabajo, etc. Todo esto, claro está, mediado por las luchas de las propias mujeres por conseguir mayores grados de autonomía y por la lucha de clases, en general.

La situación actual es mucho más compleja y diversificada que en los tiempos de Marx y Engels. Insistimos en su carácter desigual y combinado, precisamente porque las mujeres han alcanzado, recién en el último siglo y casi a escala planetaria, los mismos derechos formales que los hombres; se han incorporado al trabajo con la consecuente doble jornada laboral que se les impone tradicionalmente, pero también esto les ha permitido alcanzar mayores niveles de autonomía económica, social, afectiva e incluso sexual, que los que tenían sus madres y abuelas; aun cuando son el 70% de los analfabetos del planeta, también empiezan a crecer las tasas femeninas en las universidades de todo el mundo; etc.[18]

3.     ¿Qué hacer?

Desde la agrupación de mujeres Pan y Rosas apuntamos, fundamentalmente, contra el Estado capitalista; pero no es sólo el Estado el que oprime a las mujeres, sino el propio sistema capitalista en general.
Enfrentamos tanto a las tendencias reformistas como “ultraizquierdistas” del feminismo, que son complementarias: mientras las primeras abandonan el objetivo de la liberación de la mujer, en aras de conseguir algunas limitadas reformas parciales que, en última instancia, terminarán convirtiéndose en “avances” individuales para ciertos sectores privilegiados de mujeres; las otras pretenden mantenerse al margen de la disputa por el poder del Estado, mediante la creación de “constrainstituciones”, “contracultura” y “contravalores” opuestos a los imperantes. Ambas tendencias, por lo tanto, son enemigas de la lucha de clases y de nuestro programa y nuestra estrategia obrera, revolucionaria, socialista para la lucha de las mujeres por su emancipación.
Son muchas las cuestiones que se incluyen en nuestro programa para la mujer (desde la educación hasta la sexualidad, desde el trabajo hasta la prostitución, etc.). Pero justamente por la hipótesis que esgrimimos sobre el origen de la opresión de la mujer, creemos que, programáticamente, adquiere vital importancia abordar con mayor precisión los siguientes aspectos, en los que, además, se centran algunas discusiones actuales: el trabajo doméstico,  la doble jornada laboral, las cuestiones relativas a la sexualidad, la reproducción y el derecho al aborto, la violencia específica de la cual son víctimas las mujeres y  la prostitución, la trata y el proxenetismo.
        Con respecto a la prostitución, la tradición del marxismo y la del feminismo coinciden en la defensa de las mujeres en situación de prostitución[19] y la condena de la explotación sexual. Socialistas y feministas han sido, tradicionalmente, abolicionistas.
          Sin embargo, desde los ‘90 ha surgido un nuevo debate ligado al enorme desarrollo que alcanzaron las redes de trata y prostitución, las millonarias ganancias que alcanzó este negocio ilegal y acompañado por la ideología individualista propia del neoliberalismo. La OIT sugirió a los gobiernos regular la prostitución como actividad comercial, para que el “sector del sexo” sea reconocido con “extensión de la red fiscal a las numerosas actividades lucrativas que lleva aparejadas.” La Organización Mundial de la Salud, por su parte, solicitó que la prostitución fuera regulada aduciendo que, de ese modo, sería más fácil implementar planes de control sanitario para prevenir el SIDA.[20] Inmediatamente fluyeron fondos de cooperación internacional para proyectos de ong’s y estatales que propiciaran la organización de sindicatos de mujeres en situación de prostitución. Estos proyectos, monitoreados por las agencias internacionales, obligaban al uso del término “trabajo sexual” y a la denominación de estas mujeres como “trabajadoras sexuales”, desarrollando además la ideología de que se trataba de una “opción” laboral. Cualquier crítica contra la idea de que se trataría de un trabajo equiparable a cualquier otro, es desestimada bajo la acusación de estar “discriminando” a las “trabajadoras sexuales” o tener una visión “moralista”.
          Esto ha llevado a un debate entre diversas organizaciones de mujeres en situación de prostitución y feministas. En Argentina, por ejemplo, ligada a la CTA surgió el sindicato AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) que rápidamente sufrió una ruptura de la seccional Capital que se negó a considerar “trabajo” a la prostitución y planteaba que había que luchar por capacitación de las mujeres en distintos oficios, salida laboral, etc. Algunos grupos feministas que se destacan por su tarea de organización y lucha contra la prostitución han enfrentado también esta nueva tendencia aparecida en los ’90, pero en general, políticamente apuntan a pedir la intervención del Estado para la prohibición de la prostitución y/o el castigo a los clientes.
          En los últimos años, también se ha visibilizado más la prostitución masculina y la prostitución de “alto nivel” (donde la idea de una supuesta “libre opción” para su ejercicio, es más preponderante). Sin embargo, el fenómeno de la prostitución sigue siendo mayoritariamente protagonizado por mujeres pobres y en condiciones de dependencia que llegan, incluso, a la esclavitud.
          Ante el tema de la prostitución, hemos planteado el cese de la persecución policial y de la criminalización de las mujeres en situación de prostitución, el pleno acceso a la salud y la educación y el derecho a autoorganizarse por sus demandas, exigiendo también que tengan la opción de ejercer un oficio o tener un trabajo genuino con un salario equivalente a la canasta familiar, vivienda, salud y educación gratuitas.[21]


                                  
         





[1] El término patriarcado es utilizado por Engels en El origen de la familia, la propiedad… aunque luego es retomado por el feminismo de la década del ’70, haciéndose popular su uso entre las feministas, aunque con variadas acepciones.
[2] Engels tiende a mostrar una imagen idealizada de las sociedades preclasistas porque su esfuerzo está centrado en demostrar la brutal oposición que existe entre estas sociedades y las, posteriores, divididas en clase. Además, pretende mostrar agudamente de qué manera la situación subordinada de las mujeres en las sociedades clasistas es un producto histórico y no un lugar que le corresponde por su naturaleza.
[3] “En estas condiciones, la procreación no da lugar a un control social estrecho, sino que es el subproducto de los acoplamientos. (…). Los miembros de la horda no se ubican de acuerdo a un ancestro de referencia, no se clasifican según una genealogía formal. El hecho de que algunos o todos sus miembros estén vinculados biológicamente es un hecho secundario: esos lazos, en sí mismos, no crean obligaciones recíprocas permanentes, ni definen el estatus ni, incluso, el rango de los individuos.” Claude Meillassoux, Mujeres, graneros y capitales, Siglo XXI, México, p. 31
[4] Tal como puede observarse en La Ideología Alemana a o en Formaciones económicas precapitalistas. Aunque también es la misma idea de El origen de la familia, la propiedad… aquí Engels plantea “Los sistemas de parentesco y las formas de familia a que acabamos de referirnos difieren de los reinantes hoy en que cada hijo tenía varios padres y madres.”
[5] En las posteriores sociedades sedentarias, se profundiza la división sexual del trabajo siendo las mujeres las que, por lo que señalábamos en relación a la reproducción, se dedican casi exclusivamente a tareas que se desarrollan cerca del hábitat (mantener el fuego, alfarería, hilado, etc.), mientras que los hombres prosiguen con las actividades que se realizan en lugares más alejados (caza, pesca, etc.) y la fabricación de los instrumentos necesarios para dichas actividades. Ver E. Mandel, Tratado de Economía Marxista, Tomo I
[6] Es importante señalar que, durante un largo período, prevalecieron ambos modos de producción, el de la caza y la recolección junto al de la agricultura, justamente para paliar los períodos improductivos del ciclo agrícola, para hacer frente a las adversidades climáticas que podrían echar a perder una cosecha o para alcanzar una determinada dieta nutritiva que no podía conseguirse por medio de una agricultura aún demasiado tosca y primitiva.
[7] La familia adquiere estatus legal recién en la antigua Roma, en el 450 a.n.e. cuando se establece que la familia es el conjunto de bienes de un ciudadano libre, que se transmite a sus hijos varones (descendientes directos) o, ante la falta de herederos, al pariente más próximo por la línea sanguínea masculina. La palabra familia deriva de famŭlus que significa esclavo. Pero la propiedad del padre de familia no sólo eran sus esclavos, sino también la esposa –sobre la que tenía poder- y sus hijos –sobre los que ejercía la patria potestad, es decir, la posibilidad de decidir sobre la vida o la muerte de éstos. En síntesis, la ley romana establecía que la familia era todo aquello que estaba sometido bajo el poder del ciudadano libre o padre de familia (pater familiae).
[8] Según este análisis, las mujeres están en situación de inferioridad no naturalmente, sino porque se espera a que ellas se encuentren aisladas, solas, distraídas, sin sus herramientas, etc. para raptarlas. Esto empuja a los hombres de su propio grupo a organizarse para protegerlas de los ataques exteriores, no porque éstos sean más fuertes que las mujeres, sino porque con ellos –al carecer del valor reproductivo que tenían las mujeres- no se corre ningún riesgo: en caso de combate, no importa que salgan heridos o muertos. A las mujeres, en cambio, se las necesita sanas y vivas; con ellas no se puede correr el riesgo de que salgan heridas o mueran defendiéndose de los captores, por eso son recluidas en las tareas más directamente relacionadas con la comida, el hogar, la reproducción, bajo la protección masculina de su propia tribu y excluidas de las tareas de caza, pesca y guerra, donde quedaban expuestas a la violencia masculina de otras tribus que las codiciaban.
[9] Como señala Engels: “El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo en los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada, disimulada y, en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida.”
[10] Ver “La opresión de las mujeres para el marxismo”, PyR Nº 7, “¿Yo no trabajo?”, PyR Nº 2,  “Marxismo y Familia”, LVO Nº 204, etc.
[11] Para el economista Thorstein Veblen, el papel de las mujeres de las clases dominantes estaba principalmente centrado en mostrar la riqueza de su familia mediante el consumo improductivo de bienes suntuarios. De ahí que este economista le otorga una vital importancia al análisis de la vestimenta de las mujeres ricas, señalando que estos trajes no sólo deben ser caros, sino que, además, deben impedir que la usuaria pueda realizar cualquier tipo de tarea o actividad con esa vestimenta.
[12] Si bien ambos aspectos han sido contemplados programáticamente por los revolucionarios, sólo el tema del trabajo doméstico fue analizado con mayor profundidad por el marxismo. Fueron las diversas corrientes feministas de la década del ’70 y las teóricas feministas postestructuralistas y postmodernas quienes más desarrollaron los temas concernientes al control del cuerpo y la sexualidad de las mujeres.
[13] La idea de que la prostitución es la otra cara de la familia monogámica aparece en el Manifiesto Comunista y, con mayor precisión, en El origen de la familia, la propiedad…
[14] “Ahora que la industria a gran escala sacó a la esposa del hogar y la llevó al mercado de trabajo y a la fábrica y a menudo hizo de ella el sostén económico de la familia, no queda ninguna base para ningún tipo de hegemonía masculina en el hogar proletario, excepto, quizás, para un poco de la brutalidad hacia las mujeres que se ha generalizado desde que se introdujo la monogamia.” Engels, El origen de la familia, la propiedad…
[15] Por ejemplo, en las épocas o en los países donde hay mayor desarrollo industrial, hay una tendencia a la desaparición de las formas tradicionales de familia y cuanto más atraso y mayor predominio del campesinado, mayor preponderancia de las formas familiares patriarcales más arcaicas.
[16] Ver “¿Yo no trabajo?”, PyR Nº 2
[17] El “salario familiar”, la salud y la educación pública, la jubilación, etc. son conquistas de la clase obrera en su lucha contra la explotación, justamente porque implican que la patronal o el Estado se hagan cargo parcialmente del costo de reproducción de esta fuerza de trabajo inactiva. Para algunas feministas socialistas, los lazos familiares y otros lazos sociales más amplios (familia extendida, vecinos, etc.) establecidos entre las y los trabajadores deben entenderse como expresión de la solidaridad de clase que actúa como una estrategia de supervivencia ante las brutales condiciones de explotación de la fuerza de trabajo y abandono de los miembros improductivos que impone el capitalismo. Por esta razón explican, además, que la familia sea defendida y preservada entre las clases explotadas como un lugar de resistencia contra el capital, a pesar de tratarse de una institución históricamente impuesta por las clases dominantes.
[18] Muchas feministas señalan precisamente que, a medida que las mujeres acceden a sectores, lugares y derechos que antes sólo ostentaban los hombres, éstos se deprecian socialmente. Dicen que, desde que las mujeres ingresaron masivamente en las universidades, se empezaron a priorizar los estudios de postgrado; desde que las mujeres accedieron plenamente a la política, ejerciendo cargos públicos de relevancia y consiguiendo cupos parlamentarios, la política se ha depreciado enormemente, convirtiéndose más que nunca en un juego de lobbys empresariales, etc.
[19] Desde hace algunas décadas, el movimiento feminista acuñó el término de “mujeres en situación de prostitución” para oponerlo al de “prostituta”, visibilizando que se trata de una determinada explotación del cuerpo de la mujer y no de una categoría moral (descalificante) que define integralmente al sujeto obligado a prostituirse bajo determinadas circunstancias.
[20] Ver “¿Trabajo?” en PyR Nº 1
[21] íd.

Frente Abolicionista Nacional (FAN)

Presentación  Audiovisual  



En el camino de una construcción plural e inclusiva del  posicionamiento abolicionista sobre prostitución y trata,  es que hemos conformado este Frente que abarca organizaciones de todo el país.
Si quieres sumarte sólo debes  adherir a sus principios y accionar desde tu lugar de residencia para que el abolicionismo sea una realidad.
Para conocernos: Facebook.com/FrenteAbolicionistaNacional
Para comunicarnos tu decisión: frenteabolicionistanacional@gmail.com

Carta de Principios (junio de 2012):
Por cuanto para el abolicionismo la prostitución y la trata de personas afectan la dignidad humana y los derechos de las personas en prostitución:
1.- Tiene como fin la abolición del sistema prostituyente, entendido ello como un proceso en el cual son esenciales la represión de los explotadores, la no represión de las personas en situación de prostitución, la promoción de políticas públicas restitutivas de derechos y profundos cambios culturales, la visibilización y responsabilización del prostituyente, (mal llamado “cliente”) como parte de la erradicación de la desigualdad de género. Algunos estados, como Suecia hasta han establecido la penalización del prostituyente.
2.- Persigue por tanto a proxenetas, rufianes y tratantes, prohíbe los prostíbulos y toda otra forma de explotación de la prostitución ajena y de trata de personas, sin importar el consentimiento de las personas afectadas.
3) Establece que de  ningún modo se debe  perseguir a las mujeres y demás personas en situación de prostitución y prohíbe toda forma de reglamentación de la prostitución y de imposición de registros y controles médicos.
4.-  Sostiene que se deben  establecer servicios de asistencia para las personas en situación de prostitución, y la adopción de políticas públicas tendientes a la restitución y garantía de sus derechos económicos sociales, culturales, civiles,  políticos y de todo orden que les han sido negados en tanto actos de discriminación;
5.- Se opone tanto al prohibicionismo como al reglamentarismo:
     a) al primero porque prohíbe, persigue y reprime tanto a quienes explotan la prostitución ajena como a las personas en situación de prostitución, igualando la responsabilidad entre todos los involucrados, sin cuestionar las relaciones de poder propias del sistema prostituyente;
    b) al segundo porque legaliza los prostíbulos y la explotación de la prostitución de otras personas, dispone la inscripción obligatoria de las personas prostituidas en un registro especial, impone  a las personas en prostitución exámenes médicos periódicos, especialmente ginecológicos, para garantizar la salud de los “clientes” (prostituyentes); persigue a las personas en situación de prostitución en la vía pública y a toda aquella persona que no se halle registrada. En la actualidad, este sistema sostiene la prostitución como un trabajo y, por tanto, la organiza y la promueve.

6.-  Rechaza el viejo reglamentarismo, para el cual la prostitución es un “mal necesario”, que es preciso regular para un mejor control, tanto como la postura actual que sostiene la regulación como “trabajo sexual”, es decir, como si fuera un bien social. Estas posiciones naturalizan y se confirman el lugar de las mujeres, niñas, niños, adolescentes, travestis, transexuales y transgéneros y su control como medios para satisfacer el deseo masculino, como cuerpos al servicio del mismo. La desigualdad es un dato que no se cuestiona.
El FRENTE ABOLICIONISTA NACIONAL (FAN) se constituye como una instancia de acción de las personas, grupos, y entidades de la sociedad civil  que reunidas en Buenos Aires el 18  de julio de 2012, han resuelto  adherir a sus objetivos, siendo el principal de ellos  la abolición del sistema prostituyente, y la  restitución plena  de los DDHH  a las personas afectadas.
Sus acciones están orientadas a difundir el conocimiento de la problemática de la prostitucion y la trata de personas, estableciendo de qué modo afectan la vida individual y colectiva de las personas, entendiendo a la prostitución como una problemática social y una violación a los DDHH de las personas en situación de prostitución que no puede ser reglamentada bajo ninguna denominación  y menos considerada trabajo.
Normativamente se sustenta,  principalmente, en el paradigma contenido en la  Convención para la Represión de la Trata de Personas y Explotación de la Prostitución Ajena, de 1949, la cual establece que  la prostitución y el mal que la acompaña la trata son incompatibles con la dignidad humana y el bienestar de las/los individuos, o sea que no se pueden separar prostitución de trata.
En su art. 1ro, establece que los estados firmantes se comprometen a castigar a toda persona que para satisfacer deseos propios o ajenos 1) concertare la prostitución de otra persona, 2) explotare la prostitución de otra persona aún con el consentimiento de tal persona 3) sostuviere  una casa de prostitución (art. 2). Es además punible la participación criminal y  no se pueden establecer ningún tipo de registro de las personas afectadas. 
Asimismo, tiene en cuenta otros instrumentos del derecho humanitario internacional, tales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, firmado en 1979 e incorporado a la Constitución Nacional en 1994; la “Convención Americana sobre Derechos Humanos”, conocida como “Pacto de San José de Costa Rica; la “Convención sobre los Derechos del Niño” del 20 de noviembre e 1989,  el “Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales” del 19 de diciembre de 1966 .

Una de las primeras acciones del FRENTE ABOLICIONISTA NACIONAL es conseguir que la Cámara de diputados transforme en ley el proyecto aprobado por el Senado el 31 Agosto de 2011.- 



miércoles, 23 de octubre de 2013

PROPUESTAS de las JORNADAS

CIERRE JORNADAS

En el cierre de estas Jornadas se leyeron las conclusiones que se escribieron durante su desarrollo 




Han quedadas registradas en los papelógrafos las propuestas realizadas por las y los asistentes en el trascursos de ellas:

· Que se interpele al sistema prostituyente para terminar con la trata.

· Que se sancione socialmente a quienes consuman cuerpos, para avergonzarlos por tener una conducta indebida.

· Que se fomenten estos temas en la formación docente, para la prevención. Y que se abra a la sociedad para una real concientización.

· Nacionalizar la campaña para que en cada lugar haya abolicionistas.

· Que se reglamente la reforma a la Ley contra la trata que garantice derechos (DESC) a las víctimas de explotación sexual y y asistencia gratuita a sus familiares.

· Que en el inicio de Juicio a Purreta las mujeres nos movilicemos exigiendo Justicia por Andrea López.

· Movilizaciones en todo el país si Purreta queda libre. Llevar este tema al ENM.

· Denunciar ante los medios de comunicación la impunidad de violadores, proxenetas y femicidios.


· Comprometer e involucrar a más hombres en todos estos temas. Este es un importante desafío para que 

se abra la cabeza porque se logre la sensibilización.

· Que se termine de utilizar a la mujer como un mercado.

· Organizarnos para exigir real implementación de educación 

sexual en todos los colegios y niveles.

· Incorporar a los contenidos materiales, información, capacitación, etc. de las Leyes referidas a ESI (Explotación Sexual Infantil) y Derechos Sexuales y Reproductivos (y otras ej. 26485; 26061) Patriarcado y prostitución ya que creemos que sólo se rozan (y muy suavemente) los conceptos que hoy pudimos debatir en etas Jornadas (en espacial mesa: Patriarcado, prostitución y capitalismo)

(Registro textual de todo lo escrito)



Locución y conducción Adriana García 





domingo, 20 de octubre de 2013

PROGRAMA de ACTIVIDADES "CUARTAS JORNADAS NACIONALES ABOLICIONISTAS SOBRE PROSTITUCIÓN Y TRATA DE MUJERES NIÑAS/ OS”"

                                                                                          




4 Y 5 de OCTUBRE de 2013 en SANTA ROSA – LA PAMPA

Organizadas  por:

“Campaña  Abolicionista “Ni una mujer más víctima
de las redes de prostitución”

conjuntamente con

“Mujeres por la Solidaridad” – Santa Rosa, La Pampa


Lugar de realización: Instituto Superior de Estudios Sicopedagógicos y Sociales - Gobernador Duval 355 – Santa Rosa, La Pampa




PROGRAMA DE ACTIVIDADES



VIERNES 4 de OCTUBRE

9.00 - 10.00 hs. -  Hall de Recepción
 Inscripciones – entrega de carpeta

10.00 hs. APERTURA – Auditorio

-  Palabras de bienvenida a cargo  Mujeres por la Solidaridad – La Pampa
-  Campaña Abolicionista: Marco teórico-político de las Jornadas 
-  Locución y conducción: Adriana Garcia

13.00 a 15.00 hs.

MESA  1 – Auditorio

EJE I "Prostitución y  política sexual”

-          Ponencia de Luciana Guerra – La Plata: “Notas lesbo-abolicionistas contra la reglamentada libertad de mercado sexual pro-sexo” 
-          Ponencia Andrea Benitez – Ciudad de Bs As: “Prostitución real o prostitución de fantasía”
-          Ponencia de Cristina Hanuch  - Ciudad de Bs As: “El  prostituyente  como responsable”
-          Ponencia de Silvia Olivera – Tucumán: “Sexualidad, capitalidad corporal prostituyente – deconstrucciones mentales” (*)
-          Coordina: Marcela D´Angelo


15.30 – 17.30 hs

MESA 2 – Auditorio

EJE VI "Efectos sicofísicos en las víctimas y sobrevivientes de
prostitución y trata"  - EJE VII " Atención y restitución de derechos a las víctimas de trata y prostitución" 

-          Ponente Maria Eugenia Gambuli – La Pampa: "Mujeres hablando, se escuchan sus voces"...
-          Ponente   Erica Montaña – La Pampa: “ Percepciones de Mujeres en situación de prostitución y explotación sexual – sus relatos – sus vidas”
-          Ponente   Carola Caride – Ciudad de Bs As: “Políticas públicas y personas en situación de prostitución” (*)
-          Mónica Molina – La Pampa: Políticas Públicas “Proceso e impacto para la transformación de un discurso social prostibulario”
-          Coordina Silvia Olivera

Taller 1 -  Aula 7

-          Taller vivencial  “El universo simbólico, la repetición de la narrativa, la palabra PUTA”
-         Coordina Adriana Garcia

18.00 – 20.00

Mesa 3 – Auditorio

EJE  VIII “Responsabilidad del estado y otras instituciones  en relación a la prostitución  y la trata” - EJE XI “Relatorías de experiencias sobre prevención, sensibilización y capacitación

-           Ponencia Jesica BENEL,  Florencia ROMERO, Alejandra BARBICH- Ciudad de Bs As: “Rutas de la trata con fines de explotación sexual en América Latina. Relevamiento a través de los medios de comunicación”. (*)
-          Ponencia Marcela D´Angelo  - Ciudad de Bs As: La figura de la desaparición – Desaparecidos/as por la represión, Desaparecidas en las redes de prostitución - similitudes y diferencias.
-          Asociación de Mujeres Argentinas por los DDHH (AMDH)  - video     “Todos los pájaros son lindos” “ Sabemos todo” (*)
-          Coordina: Luciana Guerra

20.00 hs

Cierre del primer día de Jornada – Espacio de Planta Baja

Presentación de  de Silvia Palumbo en concierto con Hebe Carmona en percusión y Laura Quintero en guitarra – Presentando su nuevo disco: “Faya de origen”   
         Locución: Adriana Garcia

SABADO 5 de OCTUBRE

9.00 – 11.00 hs

Mesa 4 – Auditorio

EJE X "Luchas contra la prostitución y la trata"

-          Sr. Ruben Funes – Secretario de DDHH de la provincia de La Pampa
-          Julia Ferreyra – mamá de Andrea Noemí López.
-          Dr. Omar Gebruers abogado de la causa por la desaparición de Andrea López.
-          Mujeres por la Solidaridad – aportes  en la lucha para obtener justicia.
-          Ponencia Nora Pulido – Bs. As. – “Abolición de la prostitución y la trata de mujeres, niñas/os ¿son solo una cuestión de leyes”
-          Coordina: Carola Caride

11.30 – 13.30 hs

Cine Debate – Auditorio

Exhibición de la película (pre estreno)
CAMPO DE BATALLA - CUERPO DE MUJER, dirección Fernando Alvarez, investigadoras: Lizel Tornay y Victoria Alvarez, asistente de investigación Fabricio Laino Sanchiz (*)
Coordina: Nora Pulido

14.30 – 16 .30 hs

Mesa 5 – Auditorio

EJE IX "Medios de comunicación"

-          “Tomando la palabra” – el relato desde experiencias comunicacionales en Radio Cooperativa LA TOSCA - La Pampa. Pilar Galende: “PENSANDO LA SALUD”, Mary Zerbino: “TU TIEMPO MUJER”, Mónica Rodriguez: “HACIENDO FLORECER NUESTROS DERECHOS” y Micaela Basso: TALLERES para mujeres en Barrio Los Hornos   
-          Audiovisual presentado - Campaña “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución” “Como nos representa la cultura patriarcal” (*)
-          Coordina:  Cristina Hanuch

17 .00 – 19.00

Mesa 6 – Auditorio

EJE II " El abolicionismo frente a la prostitución y la trata de mujeres niñas/os" - EJE IV "Patriarcado capitalismo y  prostitución”

-          Ponencia Claudia Lupardo – Pan y Rosas: “Patriarcado, capitalismo y luchas de                          las mujeres - Desigualdades y contradicciones” (*)
-          Frente Abolicionista Nacional - Presentación Audiovisual (*)
-          Coordina: Nora Pulido

Taller 2 – Aula 7
-          Taller abriendo camino a las emociones a través del cuerpo. Un espacio donde se pueda trabajar con movimiento y música. (+)
-          Coordina: Alejandra Barbich.

19 .00 hs  - CIERRE de las Jornadas - Auditorio
Síntesis de las jornadas, propuestas, compromisos para llevar adelante.
Locución y  conducción:   Adriana Garcia


  • Stand permanente para la  venta de libros sobre la temática de Librería de Mujeres

  • Stand permanente de Campaña Abolicionista y Asociación de Mujeres Argentinas por los DDHH (AMADH)


 Para contactarse: 4abolicionistas@gmail.com





Nota:
(*) significa que en esa ponencia se necesita pasar Power ó DVD

(+) significa que se necesita equipo para pasar música